Esa "cosa" es lo que hace cantar al tomeguín del pinar

sábado, 18 de julio de 2015

El efecto dominó



Por Elsie Carbó

Tal parece que esta es una zona castigada por la mano divina, cuando no son las inundaciones que dejan un rastro de dolor y destrucción en los hogares, son estos focos de basura contaminante que se acumulan en el área

Este basurero está en la unión de las calles Ayuntamiento y Tercera, en Plaza de la Revolución, una esquina de gran afluencia de público por la ubicación de un agromercado cooperativo al cual acuden en busca de frutas y vegetales, además de las carnes y ahumados que también se expenden,  y están expuestos a la contaminación que traen las moscas, sobre todo ahora en verano cuando el calor hace más difícil todo y las personas tienen más tiempo libre y los niños están de vacaciones.
Esta basura debió haberse recogido hace una semana como corresponde al carro mecánico, pero sus empleados declinaron hacerlo debido a la rotura que presenta el contenedor por uno de sus costados, lo que ha provocado que se acumule cada vez más la suciedad y los desperdicios.
En conversación con Yaima, la delegada de la zona, supe que el personal encargado de esta cuestión en Comunales hizo un recorrido por las calles Ermita y Ayuntamiento para tomar nota de la situación, pero hasta el momento nada han resuelto y toca a no sé quién ahora entrar a resolverla.
El edificio verde que se ve al fondo pertenece a Sanidad Vegetal, del Ministerio de la Agricultura
Se han detectado focos de moquillo, parvovirus y otras enfermedades que afectan, en primer lugar a los animales, pero que cuando están en el ambiente contaminado como éste nadie sabe el alcance que pudieran tener para la salud de los humanos, si se tiene en cuenta que los vectores pululan, y moscas, ratas y cuanto bicho o insecto deambule por el área  entra a nuestras moradas.
Realmente la situación es grave si esto no se ataja a tiempo para contener males mayores, y que no se confunda la irresponsabilidad de quien tiene que recoger la basura con indisciplina social, que solo es un efecto dominó, porque cuando los vecinos no tienen donde arrojar los desperdicios no queda otra que depositarla en algún sitio, aunque este sea la esquina del barrio.

lunes, 6 de julio de 2015

Crónica para un entrañable amigo




Tiene algunos años, fue tomada por Orozco en 1977 en la Asamblea de repartición de viviendas de Alamar. Elio fue el primero en felicitarme, la guardo entre mis recuerdos fotográficos más valiosos de mi archivo sentimental


Por Elsie Carbó
grillosazules@gmail.com

Hoy he visto a Elio Menéndez,  gran amigo, colega de trabajo en la página deportiva del diario Juventud Rebelde, del cual ambos somos casi fundadores y por supuesto, también jubilados, el profesor de tantos y tan variados alumnos que en los setenta llegamos al equipo con la maleta llena de ilusiones y esperanzas, tal vez en estos momentos no sabría ubicarlos, no sabría porque muchos ya no están físicamente,  como Eddy Martin, Eliecer Méndez, Rolando Crespo… Otros, como  Iván López, Raúl Arce, Bayolo… continúan con sus  vidas en otras partes de este mundo
De Elio, a pesar de algunos homenajes tardíos o distinciones memorables casi nadie sabe mucho, sobre todo los que inauguran la crónica deportiva con su impetuosidad de recién graduados, no saben que no pasaba un día de los tantos que dedicó a escribir, que no investigara los estilos y las mañas de aquellos que lo precedieron en los periódicos nacionales y locales, es decir los extintos La Marina, El Mundo,  el País, porque como él decía,” son las mejores fuentes para despertar la mente dormida”.
Por frases como esa me aficioné a los giros y las metáforas de Eladio Secada, a quién él consideraba un clásico del periodismo en general, no solo del deportivo, donde su palabra era código en una época donde para imponerse no valían certificados o diplomas universitarios, pues casi todos eran autodidactas como él, sino a golpe del talento avalado por una avasalladora opinión popular. Se sabía que cuando el diario La Marina insertaba en sus planas un comentario sobre boxeo o pelota de Eladio, ese día la tirada había que aumentarla porque ya de salida inmediatamente estaba agotada. Y algo similar debió ocurrir cuando Elio comentaba sobre un partido o una pelea que generaba porfía, la gente esperaba el vespertino  a las puertas de Prado porque eso sucede cuando se trata de periodistas que prestigian la prensa, cualquiera que sea el medio, si ya solo con decir el nombre  esa identidad es ley.
 Cada generación tiene sus ídolos, y ese es, entre otros, alguno de los de Elio Menéndez, de su pluma han salido las más impresionantes crónicas sobre los boxeadores cubanos y extranjeros  de todos los tiempos, también los más inquietantes comentarios, que a los decidores del momento causaba alarma ante un juicio demasiado contraproducente para algún poderoso de la cúpula del INDER que, como todos saben, rige el deporte en el país, pero Elio antepuso a la pasadera de mano o el quedar bien con los de arriba, la verdad a toda costa aunque esa verdad le costase muy cara, como casi siempre ocurre, si de opinar sobre la comisión nacional, por ejemplo, se trata.
Pero resulta muy grato abrazarlo. Mi encuentro de hoy no fue, como supondrán, ni en la sala Kid Chocolate, ni en el estadio Latinoamericano, donde tantas veces coincidimos. Sentí mucha alegría,  la misma entrañable emoción y el cariño de aquellos años vividos, los mismos sentimientos que están más allá del olvido y las circunstancias. Nos encontramos, a esta altura del campeonato, en la puerta del policlínico de Plaza.